viernes, 26 de mayo de 2017

Camino

El sendero que mostraba el camino siempre fueron sus ojos,
enormes,
como los días de mi infancia.

Como esa mano que te guía en mitad de la noche,
ese soporte perpetuo que te rescata en la más absoluta oscuridad,
ese nombre que te abraza al pronunciarlo,
y esa boca de la que solo se descuelgan las verdades más absolutas.

Donde se acaba su risa,
se pierden los pasos,
y donde encuentro su huella,
cabe el mundo entero.

El amor con ella se multiplica,
es como el infinito pero con más ceros.

No hay  futuro que se compare a su recuerdo,
ni presente mejor que crear recuerdos de su mano.
Cómo voy a explicarlo en un solo folio,
que si “vamos a convencer a mamá para que nos deje un rato más”,
que si “la camiseta que llevas puesta es mía”,
que si “quién te ha hecho eso que lo mato”,
que si tanto,
que si todo.

Cómo voy a resumir todo esto en un folio.
Ella
es el poema más bonito que escribiré en toda mi vida,
con ella
se resume la belleza de este mundo.

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